Tu mamá no te asusta, te aterra. Su puntería al lanzar la chancla, sus mensajes de texto tipo matón preso, sus gritos de guerra para que te despiertes, el llamarte pendejo cada cinco segundos, entre otras cosas, son algunas de las “sutiles” cosas que te han traumado de por vida.

A ti te valen madre los cuentos de terror, si te vieran el estado de cuenta de la tarjeta de crédito dejarían de estar aterrados por el Chucky.

Sólo imaginar que ya tu mami no te va a freír el huevito y lavar ropa te provoca un colapso nervioso que ni el Miguelito Myers te puede provocar.

La adultez es una de las cosas más atemorizantes, en especial, cuando llega el último del mes y hay que pagar la renta, el carro, el celular, las 400 suscripciones a plataformas digitales, de las cuales sólo usas dos.