¿Has martillado un clavo cien veces (con miedo a darte en los dedos) sin saber que quizá lo estabas haciendo mal? Resulta que la cabeza del martillo no solo está ahí “para pegar”. Tiene una forma y diseño específico que ayuda a dirigir el golpe, evitar que el clavo se doble y hacer que todo sea más seguro y fácil. Sí, el truco está en cómo usas la cabeza del martillo, no en la fuerza que le pongas. Aquí te contamos cómo funciona realmente… y por qué te puede cambiar la vida cuando necesites colgar un cuadro, armar un mueble o hacer una reparación rápida en casa. 

1) La cabeza del martillo tiene dos puntas arqueadas y separadas entres sí que no son de adorno sino que te ayudarán a sostener el clavo.

2) Inserta el clavo por la parte posterior de la cabeza del martillo. Asegúrate que el clavo quede perpendicular y con su cabeza apuntando hacia el mango.

3) Si el clavo está bien posicionado este no se caerá y ya puedes empezar a usarlo.

4) Ahora un solo golpe preciso bastará para que insertes el clavo en la superficie que quieres y sin lastimarte los dedos. Usa el martillo para regular el largo del clavo con unos cuantos golpes. ¿Dudas? Dale un vistazo a nuestro video al final de este artículo.