Ser gordito no es fácil y no me refiero a ese dolorcito en el pecho que te da después de subir 2 escalones en unas escaleras o a la incomodidad de tus muslos tocándose entre ellos cada vez que intentas caminar a cualquier lado, no, no, no… Acá la lista de los apodos que tuviste si fuiste gordo. Todo eso es nada comparado con el dolor emocional que uno sufre del gordo-bulleo escolar. Si sabes de qué hablo, seguro aún volteas cuando alguien grita “GOOORDO” en la calle y conoces demasiado bien (lagrimita) cada uno de los siguientes apodos.
El apodo que le ponen al chico que está gordo pero a todos les cae bien. Entonces, como no quieren lastimarlo demasiado… pero tampoco quieren que se le olvide que está gordo, le dicen así. Véase también su versión friendzone: “osito”.
Nunca ha dejado de sorprenderme cómo desde chiquitos aprendemos una palabra que sólo usaremos durante nuestra vida para burlarnos de los gordos. Literal, en ninguna otra situación la vas a usar. (No estés tan segura. siempre hay una ocasión…)
Una joya de la creatividad mexicana pre puberta, aunque sí deambulan muchos Willys por la urbe, sobre todo muy cerca de los puestos de carnitas, su habitat natural. En la primaria secundaria, mínimo había uno o dos Willys en clase.
De la familia de jamona y seboso, llega Porky… porque los gordos (en la cruel mente de los niños) son como los cerdos. Aclaro por si alguien no cachó la indirecta.
¿Así o más mexa? Al principio es difícil entender el apodo hasta que (al menos para los que viven en la Ciudad De México –RIP DF–) alguien explica que el Periférico rodea toda la zona.
El niño gordo pero “mamado” de la secundaria. Este apodo explora la delgada línea que separa el deseo de molestar a los gordos, con el deseo de que no te den una paliza.
Estamos a punto de volarte la mente y tal vez, de paso, abrirte el apetito. Pero la verdad, lo más importante es …¡volarte la mente! Pues como todos ya sabemos a estas alturas de nuestras tristes vidas, el mundo está plagado de mentiras y engaños, y la comida no es la excepción. Así es, tu adorada comida también te miente. Prepárate para saber qué esconden los platillos mexicanos que has dejado entrar a tu casa (y a tu boca) desde chiquito.
¡El Burrito es tan mexicano como el Pay de Manzana!
O sea que no es mexicano. En caso de que no lo supieran, el burrito fue creado en el Sur de Estados Unidos y es clasificado como comida Tex-Mex…Como Selena, pues. (Donald Trump lo aprobaría porque es en realidad una comida “gringa”).
Resulta que las enchiladas suizas no tienen nada que ver con el país europeo y para comprobarlo, basta con verle la cara a un suizo cuando intenta comerlas. En realidad este platillo fue creado en un Sanborns… en serio. La historia cuenta que el platillo fue inventado por el ex-mayordomo de Maximiliano de Hamburgo en el Café Imperial, que luego se convertiría en el Sanborns de los Azulejos ubicado en el centro de la Ciudad de México.
Muy lejos de Japón, en el corazón de La Merced en la Ciudad de México, había un nombre llamado Yoshiegei Nakatan quien, según la leyenda, un buen día decidió preparar cacahuates envueltos con una mezcla de harina y especias. La gente iba a su puesto y pedía por “los cacahuetes del japonés”, el tiempo pasó y se volvieron “japoneses”, aunque en realidad son chilangos.
¡Carne a la Tampiqueña que en realidad debería llamarse Carne a la José!
A finales de los años 30 en la Ciudad de México, se fundó el restaurante Tampico Club. Su dueño, el señor José Inés Loredo agregó al menú un platillo de su invención llamado “Carne a la tampiqueña”. Don José había vivido muchos años en Tampico donde era mesero y Presidente municipal (pues al parecer ganaba más de propinas que de su sueldo político), sin embargo no hay ninguna evidencia que señalé que el platillo tiene antecedentes en esa ciudad. Básicamente José le puso ese nombre porque quiso. Haz lo que quieras. Sé como José.
El origen de este delicioso platillo es disputado entre Veracruz, Tlalpan en la Ciudad de México y Talpa en Jalisco. Sin embargo más allá de que cada región reclama su crédito, no existen pruebas reales acerca de cuándo o dónde fue creado. Lo que sí hay es mitos, por ejemplo se dice que fue creado como un remedio para la cruda del General Antonio López de Santa Ana o por una señora que vendía antojitos alrededor de la estación de tranvía de Tlalpan. La verdad está allá afuera.
Como ya se habrán dado cuenta, a los mexicanos nos encanta decir que algo es de donde no es. Cuenta la leyenda que hace muchos años había un puesto de tortas en la calle República de Cuba, en el centro de la Ciudad de México, que vendía tortas de “todo”, las tortas se volvieron muy famosas y se les quedó el nombre de cubanas.
¡Los tamales oaxaqueños son tamales veracruzanos! O viceversa…
Resulta que estos dos estilos de tamales son tan parecidos que es casi imposible diferenciar al uno del otro: ambos se hacen con masa de maíz envuelta en hoja de plátano, ambos son cuadrados y ambos son rellenos de carne. La única diferencia es la salsa a base de tomate y guajillo, que se prepara ligeramente distinto en cada estilo. Palabra clave: “ligeramente”.
Las deliciosas obleas rellenas de cajeta son consideradas por muchos como un dulce típico español, incluso en su etiqueta se muestra la imagen de dos mujeres españolas. Sin embargo son originarias de Matehuala, San Luis Potosí… Un poquito lejos de Sevilla, ¿verdad?. ¿La Coca-Cola de la foto? de la Coca siempre hemos estado conscientes de su gringo origen.
¡Flan napolitano ni de Nápoles, la ciudad ni de Nápoles, la colonia!
El flan es originario del Imperio Romano, quienes lo preparaban dulce o salado. Con el tiempo la receta evolucionó, llegó a América y a México donde le pusimos queso y le llamamos Napolitano porque se nos hizo fácil.
En los años 30 un hombre llamado Jorge Tabe, de ascendencia Iraquí (no árabe) decidió que sería buena idea hacer un taco con pan árabe… y tenía razón. Eventualmente el platillo se volvió tan popular que llevó a la creación de una gran cadena de restaurantes: Don Eraki. Y no, los comensales de tacos árabes no somos terroristas (al menos no todos).
El amor es el mayor misterio de la humanidad. Por siglos poetas, escritores, filósofos y personas comunes, han intentado descifrarlo, entenderlo y capturarlo. Sin embargo el amor no es un acto teórico; no se puede encerrar en pequeñas cajitas, meter a una enciclopedia o si quiera explicar con facilidad. Sólo existen dos maneras de realmente entenderlo. La primera, experimentándolo, la segunda… a través de memes. Por ejemplo:
Cuando la chicharronera nos recordó que el verdadero amor no se deja llevar por las apariencia.